28.6.14

Cartas a un asesino. 1

Carta 1. 28 noviembre 2012

Las lágrimas empezaron a llenar sus ojos, luchando por salir. Una por una empezaron a deslizarse por sus mejillas, dejando a su paso surcos como marcas del dolor que sentía. Eran lágrimas gruesas, pesadas, de esas que están llenas de sentimientos, que llevan mucho tiempo esperando por salir. Eran lágrimas por amor. Se limito a dejarlas caer lentamente, sin tomarse la molestia de secarlas. Ya no valía la pena, eso no haría ninguna diferencia.

Se había prometido no volver a llorar por nadie, pero se lo había permitido porque estaba convencida que no lloraba por un alguien, lloraba por un amor, por amar tanto.


La única compañía era la noche fría y un cigarro, que al consumirse por completo marco el final del pequeño desahogo de su alma.