19.4.14

Los sapos y los hombres


(...) que el pendejo llega un día y me dice: – Fui a buscar lo que no tengo en casa, porque tú ya no me amas, ya no me atiendes, no te arreglas para mí, ya no me haces nada y si no haces nada por mí me iré, te dejaré, ¡Sí, me voy! te morirás de tristeza sin mí porque tú no quieres perderme. Soy tu príncipe, soy lo mejor que tienes en la vida.

Pensé en la cantidad de cuentas por pagar, en las horas de trabajo extra, en el cansancio, en la frustración, en la rabia. Yo estaba, puta madre, estaba encabronadísima y encabronadísima, es más no estaba encabronadísima, estaba emputadísima, esa es la palabra que lo define, que agarro el pinche manual de instrucciones y en la última página, con letras bien pequeñitas, vi que decía: para deshacerse del hechizo basta con recordarle al príncipe, al pinche príncipe, que es un sapo; basta recordar que tú eres real; basta con recuperar la fe en ti misma y en tu propia fuerza; basta entender que no necesitas príncipes para ser feliz. Puta, en chinga baje corriendo las escaleras y me plante delante de mi príncipe, el que de repente ya no me parecía ni tan guapo, ni tan hermoso, ni tan perfecto, y que agarro y le grito: ¡Pues tu eres un piche y jodido sapo verde cabrón! 

 Nombre, el güey, furioso – ¡Soy tu príncipe! ¡soy lo mejor de tu vida! Tú me amas y me necesitas.

–No, no mames, eres un pinche sapo verde, asqueroso.– le grité.

–No. dijo ahora, pero ya obviamente como que en su voz se notaba un poquito de inseguridad.– Tú me amas, tú no puedes perderme.

Puta me empece a cagar de la risa; y además sorprendido preguntó del porque me reía y le contesté: – Güey, eres un pinche sapo, estúpido, feo, hueco, ¿quién va a necesitar de semejante animal  tan asqueroso, tan feo? ...
 Bueno el chiste es que me descosí, y entre mas le gritaba cosas que bajaran su autoestima más chiquito se hacía el güey, hasta que de repente llegó a hacerse un sapo.

Puta madre, en chinga me fui a regresarlo a la vendedora, quien sonrió y me repitió de nuevo: Todos son iguales, nada más es cuestión de que te endioses con ellos para que se crean la pinche octava maravilla y hagan de ti lo que quieran. Así que cuidado, porque hay muchos. No traten al hombre como un príncipe porque no es mas que un simple y pinche sapo.